Belleza pétrea


En esta primavera de mi invierno
espero gratitudes de amatista
escondo los rubíes cual conquista
de cuatro minerales de lo eterno.

Es fácil extraviar tornillo y perno
en medio de un sermón seminarista
entierro en la caverna última pista
entonces me retiro del infierno.

Renuncio al desencuentro cotidiano
prefiero tu sonrisa nacarada
y dudo –doy traspiés– en piso plano.

Requiero tu presencia –dulce amada–
y busco la esmeralda de Vulcano
enuncio mi zafiro en tu mirada.

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